viernes, 14 de octubre de 2005

El Dolor de un Sentimiento (II)


Esa noche casi no pudo pegar ojo, aparecía una y otra vez en sus sueños, él intentaba acercarse a ella pero cuanto más lo hacía más lejos se encontraba, hasta que volvía a despertarse, así varias veces hasta que decidió mantenerse despierto para no seguir soportando el sufrimiento de no tenerla. Solo en la noche, decidió abandonar el campamento, ya no podía pensar con su mente, lo hacía su corazón. Creía verla a lo lejos, un punto de luz que se abre paso en la fría y oscura noche, cabalgó tras ella varias horas, sabía que era su amada, debía decirle lo que sentía. En lo más hondo de sus pensamientos se ocultaban todos los rechazos que había sufrido durante su existencia, el amor volvía a ser más fuerte que la pena de no haber sido correspondido por ninguna mujer. Quizá estaba cabalgando hacia un simple sueño que no se cumpliría, pero cada vez que emprendía esta gran gesta sentía que tendría éxito, que esta vez sería la buena, lograría al fin amar y ser amado. Sus pensamientos lo llevaban a otra realidad, una realidad en la que ambos eran felices para siempre, una vida completa al fin. Y despertó de ese sueño justo a tiempo para ver a su querida elfa enfrente suya y frenar su montura. Pensaba que su vestido plateado la hacía parecer más hermosa, si es que eso era posible. Sin poder apartar sus ojos de ella se bajó del caballo y se acercó hasta estar justo enfrente de la mujer que quería con tanta locura. Apretó sus delicadas manos con las suyas y le susurró:

- La he estado deseando desde que nos vimos por primera vez, no hay nada más hermoso en este mundo que vos, permita que este caballero se ponga a sus pies para lo que desee, soy suyo para siempre, ha cautivado este noble corazón, bella elfa, mi nombre es Greyval Uth Drestan, ¿y el vuestro?

- Mi nombre es Azhylanthalasa, pero podéis llamarme Azhyl – su voz era melodiosa, digna de escucharse en todos los rincones de Krynn, el caballero casi se había quedado sin aliento al escucharla.

- Eh... quería preguntaros algo, no sé si seré merecedor de tal honor, pero he quedado prendado de vuestra hermosura y quería pedirle que aceptara el amor de este humilde caballero de la Rosa...

- Dentro de tres días, al anochecer, en este mismo punto – fue lo único que respondió. El caballero dirigió entonces su mirada a su alrededor, sería difícil volver a este lugar exacto si se alejaba de él ya que no había ninguna referencia clara en la que fijarse, esperaría en este mismo lugar los tres días. Al volver a girar su cabeza hacia la elfa, ella ya no estaba, otra vez había desaparecido sin dejar rastro. El asombrado caballero preparó un improvisado campamento y se dispuso a esperar, no parecía que fuera a ser molestado, no había ningún camino cerca, y esperaba que las bestias no decidieran pasearse por el lugar estos días.

1 comentario:

Carla Vidas Pixeladas dijo...

La espera puede ser la más dura prueba, muy pocos logran sorportarla.

Ays pero que bien escribes.